jueves, 16 de julio de 2015

Capítulo 8. (Como esquivar al amor)

8.

La tensión se puede cortar con un cuchillo. Tiago nos mira a Damián y a mí furioso, menuda bronca nos va a caer. Damián apaga el cigarro, Tiago entra en la cocina.

—Sentaos, — gruñe. Joder está muy cabreado. Damián habla.

—Se que el tabac…

— ¿Has besado a Ina? — ¿Cómo? Damián se tensa a mi lado. A mí se me va a salir el corazón del pecho. Esto no me lo esperaba.

—¿Qué? — Damián esta tan confuso como yo. Pensábamos que nos iba a renegar por fumar y ahora pregunta esto.

—Te acabo de ver pasándole el humo, ¿os habéis besado?

El aire se atasca en mis pulmones, esto es malo. ¿Qué pasará si se entera de que dormimos juntos? ¿Podríamos llegar a destruir la relación de Tiago y mi madre? El solo pensamiento me revuelve el estomago. No quiero perjudicar a mi madre. Nunca más.

— No nos hemos besado, — dice Damián apretando los puños. No hoy, el pensamiento se cruza por mi mente.

— No creo que lo entendáis. Sé que sois jóvenes, guapos y es normal que sintáis atracción en uno por el otro, pero no podéis estar juntos, va a salir mal.

— Papa…— la voz de Damián tiene un toque amenazante.

— Escuchadme. Sé que esta situación es difícil para los dos. Vivir con gente nueva, adaptarse a otra rutina, lo sé. Pero Isabel y yo nos queremos, soy feliz con ella y una relación como la vuestra podría destruir nuestra felicidad.

— No pretendemos ser un problema, — intervengo. No puedo quedarme callada. Sé que la situación es muy difícil, no quiero ver a mi mama sufrir otra vez.

— Ya lo sé. Pero pensar; dentro de un año Ina te irás a la universidad y por lo que he escuchado te irás lejos. — Me sonrojo. — Y tú Damián quieres ser acróbata de motocross, eso te llevara a ciudades y sitios muy lejos de aquí. Podéis jugar a los enamorados ahora, pero el futuro no está de vuestra parte. Lo que podáis sentir ahora es un capricho…

— ¿y tú que sabes?, — replica Damián. — ¿Acaso sabes cómo me siento respecto a ella o lo que siente ella por mí?

—Sé, que sois adolescente y tenéis las hormonas por las nubes. Si queréis jugar a los enamorados, tener en cuenta que el final no puede ser bueno. — Tiago se levanta y va hacia la puerta. — Alguno de los dos va a salir herido y te conozco Damián. No pienso dejar que arruinéis nuestra relación. Tu madre ha sufrido mucho Ina y yo también. No es tan difícil pediros consideración y madurez. Por favor tenerlo en cuenta.

Damián y yo estamos totalmente en shock. Nunca me he sentido peor en toda mi vida. Estoy a punto de llorar.

— Y por favor, fumar en la calle. Cada vez que me levanto la cocina huele a tabaco.
Y así, sin más Tiago se va. Dejándome desconcertada y sintiéndome como una mierda. No quiero ser un problema para ellos.

Se me escapa una lágrima que pronto me seco. Miro a Damián, que está sumido en sus pensamientos. Me levanto de la silla. Es hora de que me vaya a dormir, aunque no creo que sea posible, no con todo lo de esta noche.

—Bueno ya está todo dicho, — digo saliendo de la cocina.

— No creo…— susurra Damián.

Una vez llego a mi cuarto me derrumbo. Todavía no le he dicho a mi madre lo de Ricardo y no creo que se lo vaya a decir, y ahora se suma esto.

Me siento fatal, no es algo que yo no supiera ya, pero oírlo tan directamente de la boca de Tiago me ha dolido más de lo que pensaba. Estamos condenados al fracaso, lo sabía, lo sé y me duele.

No dormir en toda la noche no ayuda mucho, sobre todo si tu madre te levanta a las 9 para limpiar la casa y hacer la compra.

Tiago todavía actúa raro. Ahora Nos presta más atención a los dos. Como Damián siempre me ignora la situación se esta haciendo as fácil.

Por la noche salgo de fiesta, bebo y me emborracho junto con mis amigos. De vez en cuando noto como Darryn se acerca mucho a Mila, ¿le gustara?

Estoy en medio de la pista de baile, lo suficientemente consciente como para saber que no debo beber más, que así estoy bien. Pero por alguna razón me apetece seguir y seguir. Intento serenarme sé que no debo.

Entre risas y bailes tontos va pasando la noche. Los primeros en irse son Enzo y Franjo.
Me gustaría irme con ellos, pero sé que necesitan intimidad y no quiero ser una sujeta-velas.

—No te preocupes, yo te acompaño a casa, — me dice Julen.

Asiento y sonrío, la verdad es que es muy mono. Bailo con muy pegada a él, porque es una bachata y noto que cada vez me gusta más. Me sonrojo, estoy muy ceca de su cara.

Al final decido beberme otra copa, sé que me voy a arrepentir mañana, pero la necesito.
Cojo a Mila que lo está dando todo en la pista de baile, y la saco fuera para fumar.

—Tia, tu no pierdes el tiempo, tienes a Julen comiendo de tu mano.

—Que va, — me sonrojo.-Baila muy bien.

—Esta apuntado a clases de salsa y bachata, baila de muerte. — Me rio, ahora todo tiene sentido.
—Mira quien está por aquí.

Reconozco esa voz, es el chico al que pegué el otro día, el alto y pálido que quería aprovecharse de mí. Miro a Mila de reojo, que lo está examinando de arriba abajo.

Como no sé muy bien qué hacer y e ha puesto nerviosa, tiro el cigarro al suelo y empujo a Mila dentro de la discoteca, pero ella se queda donde está.

—No he acabado, — me dice enseñándome el cigarro. Le doy una mirada.

—Ella tampoco ha acabado, — dice el chico. — Ahora estas sola, no veo a Damián por aquí y mis colegas tampoco están. Vas a pagar por lo del otro día.

—¡JA!, si tienes huevos acércate, — dice Mila. La madre que le pario, está loca.

—Esto no va contigo, mona.

—Mira nene, para empezar no soy una mona así que no me llames eso, y para seguir, Ina es mi amiga y tengo que partirte la cara para defenderla lo haré.

—¿Tu, partirme la cara a mí? — se mofa.

Mila da un paso adelante y yo la detengo.

—Vámonos, no quiero problemas, — le digo.

Entonces el chico me coge, — No te vas a ir a ninguna parte.

De repente todo se vuelve caos. Yo forcejeo para soltarme, Mila le quema el brazo con el cigarro y entre las dos lo tiramos al suelo. Aparecen entonces un montón de amigos suyos. Intentamos huir pero no nos dejan, estamos rodeadas por tres mastodontes mientras otros dos lo ayudan a levantarse.

—¿Qué problemas tenéis?, — nos grita uno. Estos no son los del otro día.  

—¿Qué problema tenéis vosotros?, — grita Mila.

Veo a Darryn y Julen salir de la disco y dirigirse aquí. Le doy una mirada a ambos, Darryn se ríe y asiente. A mí esto no me hace ni pizca de gracia. Estamos acorraladas contra una pared. Estamos jodidas.

— ¡UN BICHO! — grita Mila, ¿Qué dice? — ¡Joder un bicho! — Me coge de la mano y va dando saltitos asustada hasta que consigue abrirse paso entre los matones.

—¿¡Que bicho!?, — grita uno también asustado. Mila se abre paso entre desde los chicos y señala el suelo.

—¡Ese!, ¿no lo veis? Que miedo.

—No veo nada, — dice uno.

Estoy tentada a asomarme, cuando Mila tira de mi mano.

—¡Corre!, —me ordena.

—¡Eh¡, venid aquí, cabronas.

—Se escapan imbéciles, — grita el chico pálido.

Corremos como descosidas.

—¡Darryn!, — grita Mila.

—Ina nos vemos en tu casa, correr. — Dice Julen.

—¿Pero…?— quiero protestar. No tienen por qué pelearse por mi culpa.

—Tranquila, saben defenderse, —asegura Mila.

Corremos como locas por las calles. EL alcohol hace mella en mí y cada vez me cuesta más correr. Además estoy fatigada. Como digan de perseguirnos a mi me atrapan fijo. Ya sabía yo que la última copa me iba a salir cara.

Miro hacia la pelea y veo que Darryn ha tumbado a los tres chicos en el suelo y sonríe como un niño. Julen esta en el suelo con otro tio encima, ¡oh, no, Julen!

Llego a mi casa medio muerta, se me va a salir el corazón del pecho. Mila y yo entramos en silencio.

—Que casa tan bonita, — le doy una mueca.

—No es mía.

—¿No?, —Mila me mira extrañada.

—Otro día te cuento.

Subimos a mi cuarto y cierro la puerta. Bebo agua respiro profundamente y nos sentamos en mi cama. La miro.

—¿Un bicho? — Comenzamos a reírnos, demasiado alto para las horas que son.

—No se me ha ocurrido otra cosa, — dice secándose las lágrimas. — Tienes que reconocer que ha sido buenísimo.

—Solo tú podrías quitarte a tres tios de encima con semejante escusa.

Nos tumbamos en la cama, sienta bien reír tanto, a pesar del mareo que tengo.

—Te puedo hacer una pregunta, — Mila rompe el silencio. Asiento con la cabeza.

—¿Tu y Damián…? — hago una mueca. No sé si contárselo, teniendo en cuenta lo que dirá Damián. Pero Mila se ha convertido oficialmente en una de mis mejores amigas y no veo por qué ocultárselo. Tomo aire.

—Es mi hermanastro… no de sangre ni nada de eso. Mi madre y su padre están juntos. Esta es su casa.

—¿Vives con Damián? — está claro que no se lo esperaba.

—Así es. Si lo quieres ver, su cuarto es el que está al lado, — resoplo. 

—Madre mía, esto sí que es una sorpresa.

—No se lo…

—No te preocupes, esto es secreto de sumario, — giña el ojo.

Un mensaje interrumpe nuestra charla, es Darryn.

Bajamos rápidamente, al abrir la puerta nos encontramos a Julen y Darryn subidos en la enorme moto de marchas de Darryn.

—Julen, — susurro. Está lleno de moratones y le sangra el labio. Voy corriendo a ayudarlo.

—¿Estás bien?

—Sí, no te preocupes.

—Ven dentro, voy a curarte el labio.

Julen asiente y me coge de la mano.

—Yo voy a llevar a Mila a su casa y ahora vengo a por ti, Julen.

—No hace fala, — dice Julen. — Puedo ir andando, además, son las seis y media, los autobuses empiezan a pasar a las siete.

—El tiempo justo para que te cure, — le sonrío y me devuelve la sonrisa (con un gesto de dolor). Soy consciente de que todavía me sostiene la mano.

—Pues ya está, Mila monta, —dice Darryn.

Pero Mila está muy nerviosa, mira la moto con miedo y después a Darryn sonrojándose.

—¿Todavía te dan miedo las motos?, — se burla Darryn,  y Mila se sonroja mas.

—Por supuesto que no, — responde altanera. — Pero tendrás que dejarme en la esquina del edificio. Si mi madre me ve montada en la moto me mata.

—Tu madre me conoce lo suficiente como para saber que no voy a dejarte caer de mi moto.

—Ese no es…

—¿Tu madre? — pregunto.

—Somos vecinos de toda la vida, — responde Darryn riéndose. — Prácticamente me he criado con la mocosa esta, — añade cogiéndola de la barbilla.

Mila lo golpea y se sube a la parte de atrás de la moto. Parece que le va a dar algo. No sabe muy bien donde colocar las manos y le tiemplan hasta las piernas.

Darryn sin delicadeza ninguna, la coge de los brazos y la apega a él, obligándola a abrazarlo. En serio, nunca he visto a nadie ruborizarse tanto.

—Nos vamos, — dice Darryn ajeno a todo. ¿No se da cuenta de que Mila está loquita por él?, Hay que ver los chicos…

Ellos se alejan, mientras Julen y yo entramos en silencio. Lo llevo a mi cuarto y cojo el botiquín.
Le curo el labio y la ceja, que al parecer tampoco está muy bien.

—Lo siento mucho, — le digo apenada.

—No pasa nada, — me acaricia la cara.

—¿Que van a pensar tus padres cuando te vean así?

—Ellos están de viaje y si tengo suerte, esto se irá en una semana. — Le toco el moratón de la ceja. Julen me sujeta la cara y me besa. No sé muy bien cómo reaccionar, si devolverle el beso o no. Sé que no debería. Que probablemente me arrepienta, pero vale más, arrepentirse por algo que has hecho, que por algo que querías hacer y no hiciste.

Ese repentino pensamiento me recuerda a Damián, y lo aparto.

Le sonrió como puedo.

—Lo siento, —dice muy apenado.

—No pasa nada.

Tomo una respiración y me tumbo en la cama. Julen se tumba a mi lado.
Voy rememorando todo lo que ha ocurrido en la noche, menuda noche, y poco a poco me voy quedando dormida.

—Ve pidiendo cita para el médico, — escucho decir a  mi madre, ¿Qué?

Abro los ojos y la veo, ¿porque tiene cara de querer matarme? Alguien se levanta mi lado. JULEN
—Lo siento señora, yo…

—No pasa nada. ¿Si me dejas hablar con mi hija...?, — mi madre lo despacha pronto. Tiago me mira sorprendido desde la puerta. Bien, va a pensar horrible de mí.

Miro a Julen pidiéndole perdón, y él, lo mismo a mí.

—¿Cómo te llamas?, — pregunta Tiago.

—Julen, — un golpe sordo suena en la pared de al lado. Todos nos quedamos mirándola, Damián.

—Te acompaño abajo, — Tiago se lleva a Julen.

Media hora después, estoy con un castigo de por vida, no puedo ni asomarme a la ventana de mi cuarto y madre me ha dado una charla de cómo se pone un preservativo, horrible, horrible he incomodo.

Me ducho y me preparo para hacer los deberes, estoy cansadísima, pero por lo menos debo intentarlo.
Hablo con Julen por Whatsapp y dejamos medio zanjado el tema. Fuel un descuido por parte de los dos. Además, que no paso nada más que un simple beso. Por favor si estábamos hasta con la ropa de fiesta puesta.

La puerta de mi cuarto se abre de manera brusca, y Damián entra hecho un toro.

—¿Qué haces…?

—El único que puede dormir en tu cama soy yo te enteras, — me arrincona contra el escritorio. — Y al próximo gilipollas que se te acerque, se lo voy a explicar.

Y dicho esto me besa.



Holaa¡¡ espero que os guste¡¡ Cuanta tensión XD
Bss (L)
@ librosescenas

2 comentarios:

  1. Que te quede claro, que no me puedes dejar así una semana, o sino entre tu y to vamos a tener que ajustar cuentas ����

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    1. Jajajaja soy así de malvada! XD pero promero que la espera valdrá la pena ;)

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