jueves, 9 de julio de 2015

Capítulo 7 (Como esquivar al amor)

Holaaa¡¡¡ soy yo otra vez XD Lo siento muchisisisimo por haber tardado tanto en subir capitulo. He estado con los exámenes liada sorry¡
Bueno, a parir de ahora intentare subir capitulo todas las semanas.
Espero que os guste¡ Muchas gracias por leerlo¡ :D 


7.

Estoy a dos segundo de dormirme en clase, el maestro de historia no para de hablar… si sigue así me dormiré enseguida

—Ina, despierta, — me zarandea Enzo.

Intento mantener mis ojos abiertos pero pesan demasiado. Ha pasado una semana desde que me quedé sola con Damián y dormí con él. Desde ese fin de semana no consigo dormir bien, y para colmo de males creo que tengo fiebre.

El timbre suena. Nos toca recreo, intento levantarme pero fallo y me caigo.

— ¡Ina! — Enzo me sujeta contra él. Lo veo todo borroso todo me da vueltas.

—Hay que llevarla a la enfermería, se ve muy mal, — dice algún compañero.

—Dámela, — conozco ese tono de voz. Es Damián el mismo que no me ha hablado en toda la semana que me ha ignorado y que ni siquiera se ha preocupado por mi estos días en los que comenzaba a encontrarme mal.

La voz de mi madre resuena en mi cabeza. Esta mañana apenas tenía 37 de calentura, ahora creo que tengo el doble.

Noto a Damián intentando cogerme. No quiero que me toque.

—No, — murmuro y me cojo a Enzo. —No quiero que me toque. Es malo, — balbuceo.

No sé lo que digo y tengo que luchar por mantenerme despierta y de pie.

Noto como Damián me coge, me levanta contra él como si fuera una princesa. Suspiro. Quiero volver a dormir con él.

Noto su calor en mi cuerpo, oigo murmullos a lo lejos. Pero yo ya me he ido.

Abro los ojos y me encuentro en mi cuarto. ¿Cómo he llegado aquí? A mi lado esta mi madre leyendo un libro. La miro y bostezo, ella me sonríe.

—¿Ya estas despierta?

—Sí, ¿Cómo he llegado aquí?

—Te desmayaste en el instituto, suerte que Damián y Enzo te cogieron.

—No recuerdo nada, — frunzo el ceño, ¿Cómo habrá pasado?

—Voy a traerte una sopa, al parecer has pillado un virus y por eso te ha subido la fiebre.

—Gracias.

Mi madre sale del cuarto. Yo me giro a por el móvil y comienzo a ver los miles de mensajes. Compañeros de clase y amigos que me preguntan que como estoy. Todo es normal menos un mensaje, el de Enzo.

<La que has liado….>

Le contesto rápidamente.

<Porque?

<Pregúntale a Damián

<Te los estoy preguntando a ti, suelta.

<Es un tema delicado

<Enzo ¬¬

<Quiero volver a acostarme contigo

<Que?

<Que

<Que dices??

<Lo que le dijiste a Damián segundos antes de desmayarte.

Se me acelera el corazón me quedo sin aire en los pulmones. No puede ser.

<Ains dios¡¡ lo escucho alguien?- pregunto desesperada, lo que me faltaba Su respuesta no ayuda mucho.

<Toda la clase.

Dejo el móvil a un lado y  me tapo la cara. Tierra trágame. Menudo cabreo tiene que tener. Ahora sí que no voy a poder mirarlo a la cara.

Intento levantarme de la cama, necesito ir al baño. Llego a la puerta de mi cuarto y al salir me mareo, intento sujetarme al marco de la puerta pero fallo.

—¡Ina! — grita mi madre y me coge al vuelo.

—Estoy bien. Solo es un pequeño mareo.

Nos levantamos, pero a mí se me mueve el cielo la tierra y todo el universo. Mi madre me sujeta fuertemente contra ella.

—¡Damián, ven corre! — grita mi madre.

No, que Damián no corra, me muero de vergüenza, todavía no estoy preparada para enfrentarme a él. Me apoyo en el marco de la puerta del baño y entro a trompicones.

—Mama estoy bien, no te preocupes. Necesito una ducha, — balbuceo. No me siento bien, para nada.
Llego hasta la bañera, estoy cansadísima. Mi madre preocupadísima me sigue sujetando, al tiempo que toca mi frente.

—Ay, Ina tienes calentura. Tenemos que darte un baño de agua fría.

¿Agua fría? NO, vamos ni de coña. Me doy la vuelta pero mi madre me sujeta.

—Eso sí que no, no vas a huir.

Mi madre me sujeta contra ella mientras yo estiro los brazos para agarrarme otra vez al marco de la puerta, si solo tuviera los brazos de goma.

Me vuelvo a dejar caer contra mi madre, poniendo todo mi peso en ella.

—Maaamaaaaaa— lloriqueo. Cerrando los ojos. Parece que hubiera corrido una maratón.

—Damián quítale el pijama.

¡Y un pijo! Observo como Damián se acerca a mí sin decir palabra. Si no fuera porque me está sujetando mi madre correría.

Llega  a mí, posado su mano en mi frente.

—Quizás deberíamos llevarla al médico, — le dice a mi madre.

—Vamos a probar con una ducha de agua fría, si no mejora volveremos a llamar al médico.

Damián asiente, que guapo.

Me mira directamente a los ojos, mientras lentamente me sube la camiseta del pijama para sacarla por mi cabeza. Si mi madre no estuviera detrás de mí ahora mismo esto sería muy erótico.

Me quedo en sujetador delante de él, no es la primera vez, pero me pongo colorada. Miro mi sujetador beige, no es gran cosa, bueno, mis pechos no son gran cosa. Damián tira delicadamente de la cinta de mis pantalones de pijama, deshace el nudo y me los baja. El muy cabrón ha conseguido bajarme los pantalones sin rozarme si quiera. Yo quiero que me roce.

En un momento de lucidez, mientras Damián y mi madre hablan algo de lo que yo no me entero, pienso en lo caliente que me pone estar cerca de él, ¿será cosa de la calentura?

Mi madre enciende la ducha, y Damián se descalza. ¿eh?

—Voy a por toallas.

Damián se quita la camiseta, ¿Damián se quita la camiseta?

Me quedo embobada mirándolo. JODER tiene una pila de lavar en el estómago. Estoy lo suficientemente lucida para ver que se está desnudando y que estamos solos en el baño.

Alargo la mano y le toco la tableta, el encara una ceja y me mira.

—Me gusta tocarte, — murmuro.

—A mi también, — se acerca a mí y me levanta contra él.

—Pues no se nota, — jadeo. Estamos semidesnudos y solos en un cuarto.

—No sabía que la calentura te pusiera tan… caliente.

Yo tampoco. Trago saliva y me acerco a él. Quiero besarlo. Damián esboza una mueca malvada. Hay algo que se me escapa.

De repente es como si miles de agujas heladas se clavaran en mi piel.

Grito como una loca, e intento apartarme del chorro pero Damián me sujeta debajo. No es justo el solo se ha mojado los brazos.

—Sa sácame de a aquí, — tirito-suplico.

—No, — contesta.

—Te gusta verme sufrir.

—Me has creado un gran problema, ¿Sabes la que has liado en clase?

Me estremezco y me ruborizo. Intento darme la vuelta, pero me resbalo. Damián me coge. Oh¡ dios mío… con lo que me acabo de rozar.

Mi madre entre en el baño, y no sé si darle las gracias o matarla.

Finalmente nos secamos y me llevan al cuarto. Dos pastillas y una sopa después me quedo dormida en el cuarto, pensando que qué haré cuando vuelva a clase.

No sé exactamente cuánto tiempo ha pasado, pero es hora de volver a clase. Enzo me ha mantenido informada de todo lo que ha pasado. Al parecer todos me tomaban por la novia de Damián y por lo visto, Gema ha alentado el rumor diciendo que nos vio besarnos.

Otra cosa que me parece muy rara es que Damián no lo haya desmentido.

Sinceramente, esperaba miradas y preguntas acosadoras al llegar. Vale, quizás me he subido un poco. Pero al llegar esta todo normal. Mis compañeras me preguntan que como estoy al igual que los maestros.

Como todo está “normal” y yo decido pasar de todo.

La semana pasa rápido y cada vez el tiempo empeora más. Como nos encanta el otoño, Enzo y yo aprovechamos para ir al parque y echar fotos. También quedo con mis amigos de mi antiguo instituto.

También me apunto al club de fotografía, donde conozco a  Julen y a Mila. Julen tiene mi edad y es más bien tímido, a pesar de ser muy bromista, un poco mas alto que yo, castaño y con unos ojos azules preciosos y Mila es la leche. Cada vez que hablo con ella me parto. Esta peor de la cabeza que yo. Es de mi estatura, con el pelo del color de la noche y con las orejas llenas de piercings.

Ya estamos a viernes y Mila, Julen, Enzo y Darryn, (este último no sé muy bien porque) y yo, salimos por las tascas a dar una vuelta. Cenamos en un bar entre risas y chistes malos.

Enzo no para de decirme lo adorable y guapo que es Julen, y la verdad es que es bastante mono. Varias veces en la noche, me doy cuenta de que me quedo mirándolo fijamente. Es muy guapo.
Me he dado cuenta de que después de tanto tiempo, de las mudanzas de las cosas difíciles en casa y en el instituto, por fin parece que mi vida vuelve a la normalidad.

 Bebemos y bailamos como locos. Apenas soy consciente de que Fanjo se nos ha unido. Casi a las 2 de la mañana salimos del local. Cada uno nos vamos a nuestra casa. Mañana salimos otra vez.

Al llegar todo el mundo está acostado. He llegado más tarde de la cuenta, si se entera mi madre me mata.  Entro con cuidado, necesito beber agua.

—¡Bu!

Salto del susto y me pego con la mesa de la cocina. El corazón me va a mil por hora, ni si quiera me sale la voz para gritar.

Me  doy la vuelta y veo a Damián sin y un cigarro en la mano. Le pego fuerte en el pecho.

—¿Tu eres tonto? —me llevo la mando al corazón. — Casi me matas.

—¿Te lo has pasado bien con tus amigos? — ¿se está burlando de mi?

—Pues sí, ha estado muy bien.

Entorna los ojos y me mira. Se acerca a mí dándole una calada al cigarro.
Se me entrecorta la respiración, se lo que va a hacer. Se agacha hasta mi altura y suelta el humo en mi boca. ¿Por qué me parece tan íntimo ese gesto?

Se aleja y yo retengo el humo todo lo que puedo.

—¿Qué hacéis aquí?

Damián y yo miramos a la vez a Tiago. Sin poder evitarlo suelto el humo mientras Damián se esfuerza por esconder el cigarro.


Tiago nos mira furioso. Mierda.


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