5.
No había pegado ojo en toda la noche. Estaba
hiperconsciente de cada parte de él que estaba junto a mí. Su brazo en mi
cuello, su otra mano entrelazada con la mía, su pecho en mi espalda, ¡oh Dios!
Estar contra su pecho me distraía más que cualquier cosa.
Me prometí a mi misma no dormirme y disfrutar de
esta experiencia, pero, desgraciadamente el cansancio pudo conmigo y termine
durmiendo.
Cuando desperté, Damián ya no estaba en mi cama. Me
pregunté de que humor estaría hoy.
Me había dejado bien claro que nada iba a cambiar
entre nosotros. Pero mentiría si no
admitiera que una parte de mi estaba emocionada por ver si había cambiado de
idea.
Cuando baje para ir al instituto, Damián estaba como
siempre. Callado en su lado de la mesa y con su desayuno.
—Buenos días, — me molesta muchísimo ver que,
nuestro “momento de reconciliación” no lo había afectado en absoluto.
—Buenos días, — respondió indiferente.
¡Como podía estar así de tranquilo! Yo me estaba
volviendo loca. Quería abrazarlo, que me besara. Quería quedarme aquí con él y
no ir a clase. Quería hacer muchas cosas con él… muchas.
Me ruborice ente mis pensamientos. Lo había violado
mentalmente, ¡Qué vergüenza!.
Damián me miro un instante. Resoplando, se levantó y
subió a su cuarto. Yo por mi parte me senté a desayunar, rogándole a todos los
dioses que no se hubiera dado cuenta de mis pensamientos, aunque tras su huida,
no sabía que pensar.
Como ya era costumbre, Enzo y yo fuimos juntos y
Damián en su moto. Paso todo el día ignorándome en el instituto. La cosa no
mejoró en casa, apena me miro durante la comida y después se fue. Eran ya las
diez de la noche cuando escuche la puerta.
Acababa de terminar de cenar cuando Damián entro
como una avalancha.
—Súbete a tu cuarto, —demandó fríamente. ¿Qué?
—¿Por qué? — me queje, mientras él me cogía de brazo
y me levantaba.
—Tú hazme caso.
—No me da la gana, ¿por qué me tengo que subir?
—Van a venir unos amigos y no quiero que te
molesten, —dijo con sorna.
—Es decir, que no quieres que me vean. ¿Tanto te
avergüenzas de mí? —Por un momento pareció sorprendido.
—Simplemente no estoy preparado para mostrarte al
mundo como mi hermana, —algo en mí interior dolió.
—No soy tu hermana.
—No, no lo eres. Por favor sube arriba. No van a
estar aquí más de una hora. —Algo en sus ojos me hizo obedecer.
No pasaron ni diez minutos cuando los golpes en la
puerta comenzaron ¿Cuánta gente iba a venir?
Por dios esto era de primero de manual, se van
nuestros padre y monta una fiesta. Lo peor era que la fiesta era en mi propia
casa y yo no estaba invitada.
Mientras el jaleo de abajo crecía yo me entretuve
escuchando música y leyendo un libro.
Cuando mire el reloj ya eran pasadas las doce. Salí
de mi habitación, dirección al cuarto de baño con cuidado. No sabía por qué le
había hecho caso, pero ya no tenía remedio. No quería que la gente supiera que
estaba viviendo conmigo y que “éramos familia” en cierto modo lo podría
entender.
Vestida con unos pantalones largos de pijama y una
básica de tirantes, fui corriendo hacia mi cuarto.
Entro en mi cuarto suspirando por la carrera ¿por
qué he corrido?
—Estas aquí, —grité del susto. ¿Qué coño hacía
Darryn aquí? — Perdón, estaba buscando el baño.
—No pasa nada, —dije recuperándome del susto. —El
baño esta al cruzar el pasillo. —Darryn, ignorándome se sentó en mi cama.
—No he querido preguntárselo a Damián, pero te lo pregunto
a ti ¿Qué sois exactamente?
—Eso tendrás que preguntárselo a él.
—Pensaba que erais novios, pero está ahí abajo con
Gema en su regazo y como v…
— ¡Que está ¿Qué?!
¿Me ha encerrado en el cuarto para traerse a sus
amigotes de clase y darse el lote con esa?. Eso me enciende me enfurece y me
cabrea.
Sin pensarlo cojo a Darryn por el cuello y lo beso.
Apenas le doy un pico, me separo rápidamente ¿Qué hago? Yo no soy así. No me
beso con nadie por despecho.
—Darryn lo siento, — que vergüenza.
Pero Darryn ni corto ni perezoso se acerca a mí y me
vuelve a besar. Intento hacerle la cobra la víbora y todos los tipos de
reptiles que sé, pero me tiene agarrada por la cabeza.
—Lo siento, —dice alejándose de mí. —Tú has empezado.
—Y no sabes cuánto me arrepiento.
—No te preocupes será nuestro secreto. Pero ahora
necesito saberlo, ¿Qué sois Damián y tú?
La puerta del cuarto se abre, y aparece Damián con
una cara de mala leche brutal. Por un momento pienso que va a pelearse con
Darryn o conmigo. Pero una vez más me sorprende.
—No le digas a nadie que vive aquí, ni que nos
conocemos.
¿Eso es todo lo que importa? ¿Qué la gente no sepa
quiénes somos?
—No te preocupes, —dice Darryn con cara de bueno,
levantando las manos. Lentamente sale de mi cuarto dejándonos solos.
—No te lo voy a decir más veces. Él no te conviene.
—Eres un gilipollas, — digo negando con la cabeza. —
Solo te importa que nadie sepa que nos conocemos. No te importan una mierda mis
sentimientos. Como me haces sentir cuando te preocupas por mí y luego muestras
indiferencia, como me siento cuando te permito dormir en mi cama y luego me
ignoras…
—Ina…
—No te importa una mierda como nos sentimos mi madre
o yo. Ni siquiera como se siente Tiago al ver el desprecio con el que nos
tratas.
—No metas a…
—Fuera. Si no te importo nada fuera. No te quiero aquí.
—No tienes ni idea de lo que yo…
—¡Largo de aquí! No te lo repito Damián o sales
ahora mismo o salgo.
Para mi sorpresa se va, dejándome pasmada. Pensaba
que Damián no le daba importancia a las apariencias, pero al parecer para él lo
son todo.
Diez minutos después ya no hay nadie en la casa. Yo
estoy totalmente desilusionada. Pienso en que siempre me equivoco con Damián. Fallé
con mi primera impresión y fallo con todo lo demás. No me lo puedo creer.
Al día siguiente ni siquiera nos decimos buenos
días. El ambientes esta tan tenso que se podría cortar el aire con un cuchillo.
Pasamos el día el en su cuarto y yo en el mío. Para
variar, nunca se por donde va a salir Damián y por la tarde me sorprende preguntándome
que si quiero ir con él a la competición.
—Tú no quieres que vaya ¿Por qué me lo preguntas?
—No me gusta que estés sola en la casa tanto tiempo.
—Tranquilo que no soy como tú. No voy a montar una
fiesta conforme mis padres me dejen la casa.
Damián me mira un largo tiempo, y tras suspirar me
tira un casco de moto encima de la cama.
—En media hora nos vamos.
—Si no te importo nada ¿por qué te molestas?
Pero Damián no contesta y se va dejándome hecha una
furia. ¿¡Como puede ser alguien tan bipolar!?
Pienso que no voy a ir, que él no quiere que vaya.
Pero no entiendo su actitud, y mentiría si no reconociera que me gusta mucho la
idea de subirme con él a su moto.
Me arreglo rápido, pantalones cortos, medias negras
y una sudadera a juego con unas converse. Me suelto el pelo y me echo algo de
colorete y rímel. Cuando cojo el casco para bajar, Damián abre la puerta de mi
cuarto y me hace un gesto para que nos vayamos.
Que asco le tengo a esa seguridad que tiene. Ni yo sabía
si iba a ir, ¿Cómo puede estar tan seguro él?
Bajamos en silencio. Nunca me he subido en una moto
de cross por lo que estoy nerviosa. Son más altas que las normales y dan un poco
de miedo. Me coloco el casco, que me está muy grande.
Con hábiles manos, Damián me lo ajusta para que no se
mueva. No me había dado cuenta de que estaba conteniendo la respiración ¿Por
qué con todo lo que ha ocurrido sigue teniendo ese efecto en mí?
Nos montaos en la moto en silencio. No sé bien si
agarrarme al él o a la parte de atrás, pero Damián me coge por las rodillas y
me acerca más él.
—Abrázame… quiero decir, agárrate a mí.
Por un momento saboreo sus palabras. Cuando lo
agarro por sus caderas, el coge mis manos y las une delante de su estómago.
Nunca ir con alguien en moto me pareció tan íntimo.
Era como si ese lugar estuviera hecho para los dos. El rodeado me mi o yo
apoyada en él.
Arranca, provocando un fuerte sonido. Las motos de
cross hacen mucho ruido. Acelera rápidamente y salimos disparados al circuito.
Yo cagada de miedo, él por otra parte parece encantado.
Cuando llegamos me doy cuenta que a pesar de los
nervios iniciales he disfrutado el viaje y me gustaría volver a montar.
Nos metemos dentro del circuito y un montón de gente
lo saluda. Un hombre con bastantes canas en a cabeza comienza a darle instrucciones
mientras otros revisan la moto.
—Ve a ponerte el mono, —le dice.
Sorprendiéndome muchísimo – para variar- me toma de
la mano y me lleva las gradas.
—Quédate aquí. Cuando termine la carrera vendré a
por ti.
De repente estoy muy nerviosa, va a correr en una
carrera de cross ¿y si se cae de la moto?
Antes de que se vaya lo cojo de la mano, Damián
parpadea sorprendido.
—Ten cuidado, ¿vale?
Me acaricia la cara, en un gesto que hace que mi corazón
salte. Puedo ver la ternura en sus ojos.
—Te prometo volver sano y salvo.
Y se va. Dejándome sola con miles de emociones.
Apenas llevo dos días sola con él y siento que me voy a volver loca. Han sido
muchos sentimientos en tan poco tiempo. Muchas emociones. Siento cosas
contradictorias, cosas que no se explicar.
Si no me aclaro y él no se decide me voy a volver
loca.
Hay mucha gente en el circuito. La carrera está a
punto de empezar. Veo a Damián ir hacia la línea de salida. Esta guapísimo con
ese mono.
Una niña pequeña de no más de seis años grita
emocionada en la fila de abajo.
—¡Mira papá! ¡Miraaa!
—Tranquila pequeña, — el hombre se gira para dar un
beso en la mejilla de la niña.
Todo se paraliza. Mis emociones estallan. No me lo
creo, no lo entiendo. Algo en mi mundo se cae y me destroza por completo.
No estaba preparada para esto. Me tiembla todo el
cuerpo. Tengo ganas de llorar y gritar. Una rabia que no sabía que tenía me
consume por dentro. Siento como mis barreras caen, toda yo estoy cayendo.
El hombre mira distraídamente hacia atrás y después
otra vez al circuito. Y no tengo ninguna
duda.
Ese hombre es
mi padre.
Holaa¡¡ Lo siento por tardar tanto en subir¡¡ no he podido hacerlo antes¡
Menuda hay liada en la vida de Ina... y lo que queda.
Espero que os guste¡¡
Bss (L)
No hay comentarios:
Publicar un comentario