miércoles, 25 de febrero de 2015

Capítulo 1. (Esto no tiene nombre) (+18)

All I need is a little love in my life
All I need is a little love in the dark
A little but I'm hoping it might kick start
Me and my broken heart
I need a little loving tonight
Hold me so I'm not falling apart
A little but I'm hoping it might kick start
Me and my broken heart

La canción de Rixton “Me and my broken heart” sonaba tan fuerte como mi nuevo móvil podía. Estaba sola en el piso, mis compañeras ya se habían ido a la universidad. Afortunadamente yo tenía clase a las once, y no a las nueve.

Comencé a cantar todo lo fuerte que podía mientas me hacía en desayuno. Con la cuchara a modo de micrófono y inventándome un poco la letra empecé a mover las caderas de forma exagerada. Me encantaba la música y todo lo relacionado con ella. No había día en el que no me pusiera los cascos y me evadiera del mundo, aunque sea por tres sencillos minutos.  El estribillo de la canción me encantaba. Me recordaba que yo también quería un amor para mi corazón roto hace ya mucho tiempo.

Termine de beberme un vaso de leche al mismo tiempo que termino la canción, y me dirigí a mi habitación a vestirme.

Yo era un poco fanática de las medias, tenía casi de todos los colores y con dibujos extraños pero me encantaban. Hoy era martes, asique me decidí por unas medias amarillas y un blusón marrón con las botas marrones y unos vaqueros cortos debajo. No solía fijarme mucho en mi ropa. Por lo general me vestía con lo primero que pillaba. Pero como era el primer día del comienzo del curso, decidí arreglarme un poco.

Por supuesto para Sonia, mi ex-compañera de piso y mejor amiga, vestir así era ir echa una “almorchona”. Este era el primer año que yo no vivía con Sonia y con Azahara, mis dos mejores amigas. Habíamos entrado juntas a la universidad, cada una con una carrera, pero en el mismo piso.  Para variar el amor las sonrió a las dos y el año pasado decidieron buscar un piso con cinco habitaciones para poder vivir todos juntos, novios incluidos. 
Negándome a ser la sujetavelas, decidí buscarme otro piso, aunque me costó sangre sudor y lagrimas convencer a todos de que me dejaran.

Ahora vivía en el mismo barrio, pero con Anuska, una estudiante de intercambio que se iba en febrero a su País y Paula una muchacha de dieciocho años recién entrada en la universidad.
Por mi parte solo me quedaba este año de carrera. Lo tenía casi todo hecho, aprobaba las ocho asignaturas, hacia las practicas y el trabajo de fin de grado y ya me podría graduar y ser fisioterapeuta. 
Pero también era el año más complicado. Sabía que no estaba sola. Sonia y Azahara vivían en el centro y siempre nos podríamos ver en la universidad. Pero aun así, me resultaba difícil .
Miré enfadada al móvil, tanta alta tecnología, tan último modelo y no era capaz de reproducir todas las canciones de la lista de reproducción. Tenía que haber una manera lo sabía, pero no terminaba de entender el móvil.

Enfurruñada y ya vestida, me puse rumbo a la universidad. Mire por última vez al espejo. Parecía una oveja a medio esquilar, tenía el pelo rizado y largo, y para colmo de males no me gustaba arreglármelo.

Abrí la puerta y lo primero que hice fue tropezarme con una mesa de café que estaba en medio del pasillo. Instintivamente puse las manos por fuera para evitar caerme de morros. Tenía nuevos vecinos enfrente que se estaban mudando. Llevaba varios días escuchando ruidos en las escaleras de los muebles y de los señores de la mudanza. Mire con odio la puerta de mi nuevo vecino y di saltitos de felicidad por dentro al ver que nadie me había visto. Solo faltaba que alguien me viera a punto saltarme los dientes contra el suelo.

Con los cascos puesto y “bring me to life” de Evanescense a toda leche, me fui camino a la universidad.

Solía tardar unos diez minutos en llegar. La mejor parte del trayecto era la de pasar por enfrente de un gimnasio de Crossfit. Era una enorme nave reformada y con la puerta levantada, por lo que se podía ver todo el interior. Incluido a todos los tíos levantando pesas. Si, necesitaba novio urgente.

Mi último amor fue con dieciocho años, antes de entrar a la universidad. Por algún motivo que no terminaba de entender, todas mis amigas que entraban a la universidad se habían enrollado con alguno en su primer año, y yo que llevaba ya cuatro años aquí, no lo había hecho ni una vez.

Aunque Sonia y Azahara tenían la teoría perfecta, ya que a mis dieciocho perdí la virginidad con un imbécil, ellas achacaban mi reticencia a eso. La verdad es que mi primera vez había sido muy triste y dolorosa. Me gustaba bastante el chico, no lo puedo negar, pero por aquel entonces tenía un concepto del sexo muy distinto. Ahora con veintiún años y a pesar de no haberme acostado con nadie desde entonces, sabía que el sexo era un invento para los hombres. Las mujeres podríamos disfrutar totalmente solas de los beneficios del sexo y satisfacernos mejor que con un hombre (lo sabía por experiencia). Ellos por el contrario tienen dos celebros y usan más el que no beberían. Para ellos es una necesidad. Eso es lo que no llegaba a entender . (O eso pensaba.) Tarareaba alegremente la canción mientas me acercaba al gimnasio, lista para alegrarme la vista.

(Wake me up) 
Wake me up inside 
(I can’t wake up) 
Wake me up inside 
(Save me) 
call my name and save me from the dark 
(Wake me up) 
bid my blood to run 
(I can’t wake up) 
before I come undone 
(Save me) 
save me from the nothing I’ve become 

Cambiando de tema, tenía que reflexionar mucho acerca de esta canción. La había estado escuchando toda la semana varias veces al día.

Gire la cabeza al pasar por el gimnasio, de repente alguien cayo a mis pies y me tropecé hacia delante. Estaba claro que hoy me tenía que comer el suelo de alguna forma. Pero en vez del suelo lo que me comí fue el pecho de un desconocido que había impedido que yo me cayera de boca, y que ahora me tenia sujeta por la cintura con las dos manos. Yo por mi parte le había echado los brazos al cuello.

Me levanto apoyándome más contra él, hasta que mi cabeza estaba un poco más alta que la suya y mis pies no tocaban el suelo. Apretó más la mano que tenía en mi cintura mientras que con la otra señalaba al muchacho que estaba incorporándose detrás de mí.

   No pienso entrar en tu juego. Así que por favor la próxima vez que me veas ignórame. Eso es lo que estaba haciendo yo contigo. — Dijo cabreado.

Yo por mi parte me sorprendí. No sentí temor alguno. La voz de este hombre hizo cosas extrañas en mi interior. Me estremecí en sus brazos y me apoye más en él con los codos en sus hombros. Mientras le echaba un vistazo.

Debía medir cerca de uno noventa, su pelo castaño estaba revuelto y yo quería pasar las manos por el. Iba sin camiseta, solo con un pantalón de chándal. No tenía los rasgos muy marcados, aunque era difícil de decir ya que la mitad de su cara estaba cubierta por una barba no muy espesa. Estaba “cuadrao” madre que si lo estaba. Tenía el torso cubierto de un ligero bello y la “tableta de chocolate” más bonita que había visto en mi vida. Joder este chico no solo estaba bueno, si no que era jodidamente guapo.

   Esto no ha acabado aquí, — dijo el chico que estaba detrás de mí.

Su agarre se intensifico a mi alrededor, pero no me hacía daño, me hacia desear mas. Me moví en sus brazos inconscientemente queriendo estar más cerca de él. Entonces su otra mano se poso en la cara interior de mi muslo. Todas las sensaciones se extendieron por mi cuerpo. Inspiré profundamente. Esto se me estaba yendo de las manos. Apoye las palmas en sus hombros haciendo palanca para que me soltara. Fue entonces cuando me fije en la frase tatuada en su clavícula, “Alea jacta est”- la suerte está echada.

Alguien hablo a mi lado pero no me estaba enterando de nada. Estaba absorta repasando con mis dedos la simple frase, tocando su suave y morena piel como si fuera lo más normal del mundo. Miles de mariposas estallaban dentro de mí, pero yo no les hacía caso. Me envolvía todo de él, su cuerpo, su calor, su olor… joder como me gustaba su olor, y eso que probablemente estaría sudado.

Nunca me había fijado en el físico, por eso no lograba entender esta sensación. Estaba ruborizada y mi cuerpo pedía más de él.

La realidad me golpeo cuando vi a un montón de gente mirándome.
   Si esto vuelve a ocurrir otra vez lo echo del gimnasio. No te preocupes Adair. —Noté como asentía junto a mi pecho. Una oleada de algo se apodero de mí. Asustada por mis reacciones intente soltarme.

   Ahora ya puedes soltar a la muchacha, — volvió a decir el hombre con humor.

   ¿Qué? — dijo Adair. Como si no se hubiese dado cuenta de que me tenía sujeta. Como si no pesara nada, como si para él, fuera igual de natural tenerme ahí, entre sus brazos.

La mano que tenía en mi muslo subió hasta rozar mi centro. En ese momento me tense, sentí calor y un torrente de excitación que nunca había sentido me recorrió entera. Adair me soltó corriendo.
Sus ojos negros me miraban por primera vez, después de haberme sujetado contra él los últimos diez minutos.

Me arreglé el blusón y me parte el pelo de la cara. Esto no se iba a quedar así. No sabría decir el qué, pero hubo algo que me sentó mal al perder su contacto.

   Si has dejado de meterme mano y de mirarme como si fuera un bicho raro, me voy, — dije dándome la vuelta.

—Lo siento mucho chiquilla, — grito el hombre que estaba al lado de  un identificado Adair.
Debía tener uno cincuenta años y por lo poco que había escuchado parecía ser el dueño del gimnasio.

   ¿Cómo te llamas? — pregunto una voz ya conocida para mí.
Lo mejor de todo era que no me pedía perdón por tenerme cogida como si fuera un saco, no. Me preguntaba el nombre.

Me paré en medio de la acerca y me di la vuelta para mirarlo. De lejos estaba igual de bueno que de cerca.
   ¿Por qué? — pregunte.

   Porque quiero saber tu nombre.

   ¿Y si yo no quiero que lo sepas? — vale, eso había sonado muy infantil.

Sonrió de lado mostrando un hoyuelo. Ainss Dios mío un hoyuelo. No había forma de rechazar a ese hombre y sin embargo yo estaba a punto de mandarlo a tomar por culo.

   De alguna manera querrás que te llame, — me cayó mal el tono que empleó.
Daba por hecho que nos volveríamos a ver y lo mejor de todo, que volveríamos a hablar.
Sonreí de medio lado como había hecho él. Iba a quitarle la sonrisa de la cara, aunque fuera a base de decir burradas.

   Para ti soy Manolo, — le dije con voz grave-gay y giñando un ojo.

Y me di la vuelta para dirigirme a la universidad. Me estaba poniendo en ridículo. Genial.
Los que estaban a su alrededor se reían de él, o de mí, no me quedaba claro.

   Pues qué bien operado esta Manolo, — dijo en voz baja. Pero lo suficiente para que yo lo oyera.

Mi boca se abrió de la impresión por su atrevimiento. La madre que lo pario. Si llevaba vaqueros era imposible notar nada ahí y menos en segundos.

 Seguí mi camino negándome a mirar atrás mientras Adair gritaba.

  ¡Hasta la próxima leona!.

Como no, para rematar la faena se metía con mi pelo. Olé.

Ya me encontraba rezando por llegar a la universidad y olvidar todo. Claro, que todavía quedaba mucha mañana… 


Hola¡¡ espero que os haya gustado¡ comentar que os parece Bss (L) 

No hay comentarios:

Publicar un comentario