All I need is a
little love in my life
All I need is a little love in the dark
A little but I'm hoping it might kick start
Me and my broken heart
I need a little loving tonight
Hold me so I'm not falling apart
A little but I'm hoping it might kick start
Me and my broken heart
All I need is a little love in the dark
A little but I'm hoping it might kick start
Me and my broken heart
I need a little loving tonight
Hold me so I'm not falling apart
A little but I'm hoping it might kick start
Me and my broken heart
La canción de Rixton “Me and my broken heart” sonaba
tan fuerte como mi nuevo móvil podía. Estaba sola en el piso, mis compañeras ya
se habían ido a la universidad. Afortunadamente yo tenía clase a las once, y no
a las nueve.
Comencé a cantar todo lo fuerte que podía mientas me
hacía en desayuno. Con la cuchara a modo de micrófono y inventándome un poco la
letra empecé a mover las caderas de forma exagerada. Me encantaba la música y
todo lo relacionado con ella. No había día en el que no me pusiera los cascos y
me evadiera del mundo, aunque sea por tres sencillos minutos. El estribillo de la canción me encantaba. Me
recordaba que yo también quería un amor para mi corazón roto hace ya mucho
tiempo.
Termine de beberme un vaso de leche al mismo tiempo
que termino la canción, y me dirigí a mi habitación a vestirme.
Yo era un poco fanática de las medias, tenía casi de
todos los colores y con dibujos extraños pero me encantaban. Hoy era martes,
asique me decidí por unas medias amarillas y un blusón marrón con las botas
marrones y unos vaqueros cortos debajo. No solía fijarme mucho en mi ropa. Por
lo general me vestía con lo primero que pillaba. Pero como era el primer día
del comienzo del curso, decidí arreglarme un poco.
Por supuesto para Sonia, mi ex-compañera de piso y
mejor amiga, vestir así era ir echa una “almorchona”.
Este era el primer año que yo no vivía con Sonia y con Azahara, mis dos mejores
amigas. Habíamos entrado juntas a la universidad, cada una con una carrera,
pero en el mismo piso. Para variar el
amor las sonrió a las dos y el año pasado decidieron buscar un piso con cinco
habitaciones para poder vivir todos juntos, novios incluidos.
Negándome a ser
la sujetavelas, decidí buscarme otro piso, aunque me costó sangre sudor y lagrimas convencer a todos de que me dejaran.
Ahora vivía en el mismo barrio, pero con Anuska, una
estudiante de intercambio que se iba en febrero a su País y Paula una muchacha
de dieciocho años recién entrada en la universidad.
Por mi parte solo me quedaba este año de carrera. Lo
tenía casi todo hecho, aprobaba las ocho asignaturas, hacia las practicas y el
trabajo de fin de grado y ya me podría graduar y ser fisioterapeuta.
Pero
también era el año más complicado. Sabía que no estaba sola. Sonia y Azahara vivían
en el centro y siempre nos podríamos ver en la universidad. Pero aun así, me
resultaba difícil .
Miré enfadada al móvil, tanta alta tecnología, tan
último modelo y no era capaz de reproducir todas las canciones de la lista de
reproducción. Tenía que haber una manera lo sabía, pero no terminaba de
entender el móvil.
Enfurruñada y ya vestida, me puse rumbo a la
universidad. Mire por última vez al espejo. Parecía una oveja a medio esquilar,
tenía el pelo rizado y largo, y para colmo de males no me gustaba arreglármelo.
Abrí la puerta y lo primero que hice fue tropezarme
con una mesa de café que estaba en medio del pasillo. Instintivamente puse las
manos por fuera para evitar caerme de morros. Tenía nuevos vecinos enfrente que
se estaban mudando. Llevaba varios días escuchando ruidos en las escaleras de
los muebles y de los señores de la mudanza. Mire con odio la puerta de mi nuevo
vecino y di saltitos de felicidad por dentro al ver que nadie me había visto.
Solo faltaba que alguien me viera a punto saltarme los dientes contra el suelo.
Con los cascos puesto y “bring me to life” de
Evanescense a toda leche, me fui camino a la universidad.
Solía tardar unos diez minutos en llegar. La mejor
parte del trayecto era la de pasar por enfrente de un gimnasio de Crossfit. Era
una enorme nave reformada y con la puerta levantada, por lo que se podía ver
todo el interior. Incluido a todos los tíos levantando pesas. Si, necesitaba
novio urgente.
Mi último amor fue con dieciocho años, antes de
entrar a la universidad. Por algún motivo que no terminaba de entender, todas
mis amigas que entraban a la universidad se habían enrollado con alguno en su
primer año, y yo que llevaba ya cuatro años aquí, no lo había hecho ni una vez.
Aunque Sonia y Azahara tenían la teoría perfecta, ya
que a mis dieciocho perdí la virginidad con un imbécil, ellas achacaban mi
reticencia a eso. La verdad es que mi primera vez había sido muy triste y
dolorosa. Me gustaba bastante el chico, no lo puedo negar, pero por aquel
entonces tenía un concepto del sexo muy distinto. Ahora con veintiún años y a
pesar de no haberme acostado con nadie desde entonces, sabía que el sexo era un
invento para los hombres. Las mujeres podríamos disfrutar totalmente solas de
los beneficios del sexo y satisfacernos mejor que con un hombre (lo sabía por
experiencia). Ellos por el contrario tienen dos celebros y usan más el que no
beberían. Para ellos es una necesidad. Eso es lo que no llegaba a entender . (O
eso pensaba.) Tarareaba alegremente la canción mientas me acercaba al gimnasio,
lista para alegrarme la vista.
(Wake
me up)
Wake me up inside
(I can’t wake up)
Wake me up inside
(Save me)
call my name and save me from the dark
(Wake me up)
bid my blood to run
(I can’t wake up)
before I come undone
(Save me)
save me from the nothing I’ve become
Wake me up inside
(I can’t wake up)
Wake me up inside
(Save me)
call my name and save me from the dark
(Wake me up)
bid my blood to run
(I can’t wake up)
before I come undone
(Save me)
save me from the nothing I’ve become
Cambiando de tema, tenía que reflexionar mucho
acerca de esta canción. La había estado escuchando toda la semana varias veces
al día.
Gire la cabeza al pasar por el gimnasio, de repente
alguien cayo a mis pies y me tropecé hacia delante. Estaba claro que hoy me
tenía que comer el suelo de alguna
forma. Pero en vez del suelo lo que me comí
fue el pecho de un desconocido que había impedido que yo me cayera de boca,
y que ahora me tenia sujeta por la cintura con las dos manos. Yo por mi parte
le había echado los brazos al cuello.
Me levanto apoyándome más contra él, hasta que mi
cabeza estaba un poco más alta que la suya y mis pies no tocaban el suelo. Apretó
más la mano que tenía en mi cintura mientras que con la otra señalaba al
muchacho que estaba incorporándose detrás de mí.
— No
pienso entrar en tu juego. Así que por favor la próxima vez que me veas ignórame.
Eso es lo que estaba haciendo yo contigo. — Dijo cabreado.
Yo por mi parte me sorprendí. No sentí temor alguno.
La voz de este hombre hizo cosas extrañas en mi interior. Me estremecí en sus
brazos y me apoye más en él con los codos en sus hombros. Mientras le echaba un
vistazo.
Debía medir cerca de uno noventa, su pelo castaño
estaba revuelto y yo quería pasar las manos por el. Iba sin camiseta, solo con
un pantalón de chándal. No tenía los rasgos muy marcados, aunque era difícil de
decir ya que la mitad de su cara estaba cubierta por una barba no muy espesa.
Estaba “cuadrao” madre que si lo estaba. Tenía el torso cubierto de un ligero
bello y la “tableta de chocolate” más bonita que había visto en mi vida. Joder
este chico no solo estaba bueno, si no que era jodidamente guapo.
— Esto
no ha acabado aquí, — dijo el chico que estaba detrás de mí.
Su agarre se intensifico a mi alrededor, pero no me hacía
daño, me hacia desear mas. Me moví en sus brazos inconscientemente queriendo
estar más cerca de él. Entonces su otra mano se poso en la cara interior de mi
muslo. Todas las sensaciones se extendieron por mi cuerpo. Inspiré
profundamente. Esto se me estaba yendo de las manos. Apoye las palmas en sus
hombros haciendo palanca para que me soltara. Fue entonces cuando me fije en la
frase tatuada en su clavícula, “Alea jacta est”- la suerte está echada.
Alguien hablo a mi lado pero no me estaba enterando
de nada. Estaba absorta repasando con mis dedos la simple frase, tocando su
suave y morena piel como si fuera lo más normal del mundo. Miles de mariposas
estallaban dentro de mí, pero yo no les hacía caso. Me envolvía todo de él, su
cuerpo, su calor, su olor… joder como me gustaba su olor, y eso que
probablemente estaría sudado.
Nunca me había fijado en el físico, por eso no
lograba entender esta sensación. Estaba ruborizada y mi cuerpo pedía más de él.
La realidad me golpeo cuando vi a un montón de gente
mirándome.
— Si
esto vuelve a ocurrir otra vez lo echo del gimnasio. No te preocupes Adair.
—Noté como asentía junto a mi pecho. Una oleada de algo se apodero de mí.
Asustada por mis reacciones intente soltarme.
— Ahora
ya puedes soltar a la muchacha, — volvió a decir el hombre con humor.
— ¿Qué?
— dijo Adair. Como si no se hubiese dado cuenta de que me tenía sujeta. Como si
no pesara nada, como si para él, fuera igual de natural tenerme ahí, entre sus
brazos.
La mano que tenía en mi muslo subió hasta rozar mi
centro. En ese momento me tense, sentí calor y un torrente de excitación que
nunca había sentido me recorrió entera. Adair me soltó corriendo.
Sus ojos negros me miraban por primera vez, después
de haberme sujetado contra él los últimos diez minutos.
Me arreglé el blusón y me parte el pelo de la cara.
Esto no se iba a quedar así. No sabría decir el qué, pero hubo algo que me sentó
mal al perder su contacto.
— Si
has dejado de meterme mano y de mirarme como si fuera un bicho raro, me voy, —
dije dándome la vuelta.
—Lo siento mucho
chiquilla, — grito el hombre que estaba al lado de un identificado Adair.
Debía tener uno cincuenta años y por lo poco que
había escuchado parecía ser el dueño del gimnasio.
— ¿Cómo
te llamas? — pregunto una voz ya conocida para mí.
Lo mejor de todo era que no me pedía perdón por
tenerme cogida como si fuera un saco, no. Me preguntaba el nombre.
Me paré en medio de la acerca y me di la vuelta para
mirarlo. De lejos estaba igual de bueno que de cerca.
— ¿Por
qué? — pregunte.
— Porque
quiero saber tu nombre.
— ¿Y
si yo no quiero que lo sepas? — vale, eso había sonado muy infantil.
Sonrió de lado mostrando un hoyuelo. Ainss Dios mío
un hoyuelo. No había forma de rechazar a ese hombre y sin embargo yo estaba a
punto de mandarlo a tomar por culo.
— De
alguna manera querrás que te llame, — me cayó mal el tono que empleó.
Daba por hecho que nos volveríamos a ver y lo mejor
de todo, que volveríamos a hablar.
Sonreí de medio lado como había hecho él. Iba a
quitarle la sonrisa de la cara, aunque fuera a base de decir burradas.
— Para
ti soy Manolo, — le dije con voz grave-gay y giñando un ojo.
Y me di la vuelta para dirigirme a la universidad. Me estaba poniendo en ridículo. Genial.
Los que estaban a su alrededor se reían de él, o de
mí, no me quedaba claro.
— Pues
qué bien operado esta Manolo, — dijo en voz baja. Pero lo suficiente para que
yo lo oyera.
Mi boca se abrió de la impresión por su
atrevimiento. La madre que lo pario. Si llevaba vaqueros era imposible notar
nada ahí y menos en segundos.
Seguí mi
camino negándome a mirar atrás mientras Adair gritaba.
— ¡Hasta
la próxima leona!.
Como no, para rematar la faena se metía con mi pelo.
Olé.
Ya me encontraba rezando por llegar a la universidad
y olvidar todo. Claro, que todavía quedaba mucha mañana…
Hola¡¡ espero que os haya gustado¡ comentar que os parece Bss (L)
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